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Bajo la Bandera

Carlo Prato Patriota y Republicano

Como muchos televidentes, vi las noticias de los incendios en la V región. Me angustiaba el alma ver tanta destrucción provocada, ver los hogares y medios de trabajo destruidos, la flora y fauna afectada y por sobre todo el dolor que sentía por todas las pérdidas humanas de nuestros compatriotas que fueron asesinados por los desalmados que iniciaron estos incendios.

 Al día siguiente, la TV nos mostró cómo los chilenos se levantaban de las cenizas y comenzaban a limpiar los escombros de lo que antes fueron sus casas, con los puños crispados buscaban los restos mortales de sus seres queridos, con entereza y solidaridad se organizaban. Mis condolencias y admiración para esos compatriotas que no bajaban los brazos. Ellos, habían colocado en un palo, un muro, o en algún alambre nuestra bandera chilena, la que veía rota, manchada de cenizas, arrugada en sus pliegues, pero siempre presente. De pronto me di cuenta de lo que estaba viendo. Era, la Bandera de la Gloriosa Esmeralda, bajo ella nuestros compatriotas de temple de acero, nos dicen que “No importa cuánto nos dañen, no nos rendiremos, no bajaremos los brazos, no nos  dejáremos intimidar.”

Todo Chile está bajo ataque de un enemigo cobarde y artero que se oculta no solo entre los inmigrantes que llegaron solicitando asilo y refugio, sino que también se ocultan entre nosotros, en lugares tan increíbles como el Poder Judicial, La Moneda, El Congreso y líderes que no les importa destrozar el país si eso les permite reinar sobre las ruinas. Por lo tanto, debemos cuidarnos del traidor. El traidor no parece un traidor – habla con el acento familiar a sus víctimas, y lleva su rostro y su ropa. Carcome el alma de una nación, trabaja en secreto para minar los pilares de la sociedad,  infecta el cuerpo político de modo que ya no puede resistir. Sin ese apoyo desde dentro, los delincuentes e invasores que destruyen Chile, no tendrían posibilidades de éxito.

Como chilenos los invito a unirse, no solo lo que dure la campaña de solidaridad a los hermanos afectados por los incendios. La invitación es a unirse sin las diferencias artificiales creadas por la mala política. Es necesario re encontrarnos como los hermanos que somos bajo la estrella solitaria. La tarea de salvar a Chile es nuestra, de los ciudadanos. Ya sabemos que los políticos profesionales son demasiados mezquinos y ambiciosos para arreglar algo. Sólo quedamos nosotros, la familia chilena, esa que conforma nuestra nación y da sentido a la frase “Dulce Patria . . . ”. Despertemos del letargo, la Patria no llama aquí y ahora para recomponerla, mejorarla, defenderla y hacerla nuestro bendito hogar.

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